lunes, diciembre 04, 2006

Robinson C / Eleanor R

Una huella sola en la playa. Como si hubiera alcanzado con la mirada una estrella fugaz, en un instante mi vida es atravesada por la trayectoria absurda de una sola huella.

Tan breve, hecha de arena, tan sola en medio de tanta arena. Tan poco huella para la marea que ha de subir a buscarla.

Fugada de quien sabe que realidad, patea el banco en que se apoya mi razón que pende de un hilo para perderla. Arrojándome en un tempestuoso mar de conjeturas, en que también soy naufrago y abrazado a una tabla que dice Londres, voy con destino a una playa, donde frente a las constelaciones luciré tan frágil y absurdo como esta pisada, y Londres también. Y una vieja que junta el arroz del suelo en donde ha habido una boda, es un montón de arena y sus juegos de niña, la belleza de sus caderas, sus rubores y sus besos, pisadas calladas que la marea va disolviendo hasta lavar en el rumor de la fiesta. Más sola quizás que yo aquí, no menos pequeña que esta isla, rodeada de nada su vida no llega a ser una huella en el silencio helado de la noche donde gigantescos esqueletos cruzan miradas eternas. Soledad infinita que sangra el tiempo del universo en su naufragio de estrellas, sin playas ni huellas, ni olvido ni nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi zamba dice: "no hay huella que dure más en el alma"